Las charlas amigables, son lejanas a la competencia del quién sabe más, solo son tertulias
Es tan importante el detalle en las letras, y libros, en eso Paco y yo estuvimos de acuerdo, observar en Descartes los principios de la robótica y no es Asimov.
Creo que cuando los dos coincidimos en ello, fue el vértice de nuestra amistad y de las charlas diversas, lo mismo sobre ética, que los cambios mundiales, pero también de letras propias de lo cual en momentos nos sentíamos parte de las letras de Alighieri y sus pasos con Virgilio.
Las charlas amigables nunca se observan como competencia y así era en nuestras reuniones.
Eran las memorias, y los sentimientos encontrados y tratar de meterse en el autor, como nos sucedió al hablar y vibrar alto con Vivaldi.
Tratar de explicar el tejido social, los problemas del país y las estrellas musicales que presentaban los canales oficiales de televisión y la radio totalmente controlada por gobiernos absolutistas.
Metidos incluso en el arte, poder disfrutar las nuevas tendencias por diarios extranjeros porque eran notas lejanas y ajenas a una población metida en devaluaciones, pobreza y desempleo, con una burocracia próspera e indiferente, explicado por Douglas North y estructurado por las teorías de Nash.
Una vez charlamos de la evolución el sentido psicológico y de la comunicación que permitía la emoción de los ídolos de la lucha libre, actos dignos de un pueblo que dejaba de leer, de imaginar y crear, desbordados en furia, emoción, gritos y alegría al ver el desenlace del encuentro, que muchos decían que era actuado, pero que requería de un entrenamiento fuerte y calculado.
Todo evocado a Golding en El señor de las moscas (1984); Orwell; José Ortega y Gasset en La rebelión de las masas, sin olvidar al maestro Rulfo en un México que vive de glorias ajenas con Paz versus Ramón Fernández y Carlos Fuentes.