Nunca los arranques emocionales, son parte de los proyectos políticos, las osadías se pagan
La fiesta era de bohemios puros: anécdotas, vivencias, de logros, de chistes; y así estuvo ella tranquila, hasta que llegó él.
Ella le preguntó a su amiga, quién era ese hombre.
-Los proyectos políticos de mi papá, tiene talento, pero dudo pueda ser concejal, dice sus ideas y eso llega a la imprudencia.
Ella lo miró, él ni noto que ella estaba allí, sonreía mucho, fue el centro de la fiesta, sin duda estaba feliz.
Ella buscó una nueva oportunidad para verlo.
-Tienes un bello rasgo francés.
-Mi papá es de Italia y tiene años aquí en el país.
Y así hablaron gran parte de la noche y él no quiso ser el bufón de esa noche, ya habría otras noches.
–¿Y si nos casamos?
Ella se quedó absorta. “No sabes quién soy, ni qué hago, ¿y si te estuviera mintiendo?”
–Correré el riesgo.
Y en la tertulia lo anunciaron, todos aplaudieron.
-¿Hablas en serio?
-No lo sé, pero me pareció fabuloso.
Al enterarse, a los políticos no les pareció bueno.
-Te hemos apostado y eso que has venido preparando, no es bueno para los intereses del grupo.
-Soy libre y puedo hacerlo.
-Pues hazlo, y te deseo suerte.
Y así pasó una candidatura y otra más; él ya no era parte más del clan.
-El mundo nos dejó solos.
-Sí, a mí también me abandonaron, así no eran las cosas, y todos se volvieron extraños.
Diez años después, se volvieron a ver, firmaron el divorcio, era el único pendiente. Ella tenía dos hijos, tenía una pareja con la cual deseaba casarse. Él, dedicado a su despacho modesto fuera de la política.
-¿Y qué tan caro te salió ella?
-Demasiado caro, aún sigo pagando todo, de pronto todos se fueron, me olvidaron y tuve que reinventarme.
Suspiró, y terminó su copa.