El andar de las mujeres en materia de derechos humanos ha sido arduo, y según una experta de Amnistía Internacional, aún queda un tramo largo por transitar, consecuencia de las estructuras patriarcales y las deficiencias institucionales.
Una lucha centenaria. Eso ha sido la búsqueda de las mujeres para garantizar sus derechos en todas las esferas de la sociedad, garantizando el acceso a la educación, al voto, a la vida laboral y, con más urgencia, a una vida libre de violencia. Esto se expuso en la conferencia inaugural de la Cátedra Ignacio Ellacuría, SJ de la IBERO Puebla.
Edith Olivares Ferreto, directora ejecutiva de Amnistía Internacional y conferencista invitada por la Universidad Jesuita, realizó un breve recorrido para exponer este amplio recorrido, y todo lo que aún falta por recorrer. “Las primeras luchas y las primeras conquistas tienen que ver con ese primer piso derechos de nosotras como seres humanos. Somos ciudadanos, y tenemos derechos iguales que los hombres”.
Ese primer piso fue la conquista de derechos fundamentales, como el reconocimiento de las mujeres como sujetos de derecho; no fue fácil, pues la especialista aseguró que, ante la ley, los derechos femeninos eran equiparables a los de los menores de edad: no había acceso a la vivienda, la propiedad, el voto e incluso la identidad.
“La fuerza de la crueldad es proporcional a la presencia de mujeres”: Edith Olivares.
“Cuando empezamos a tener esos derechos, nos dimos cuenta de que había otras cosas a las que tampoco habíamos tenido derecho, por ejemplo: derecho a trabajar de manera asalariada”. Así llegó la segunda ola feminista, que se centró en la búsqueda de condiciones igualitarias para las mujeres en diversos ámbitos de la esfera pública; principalmente, el trabajo asalariado.
A pesar de que este movimiento lleva desde los años setenta, sigue siendo una realidad latente. En México, las mujeres ganan 30% menos que los hombres en puestos similares, con el mismo nivel educativo o la misma experiencia laboral.
A esto se suman otras causas estructurales que dieron inicio a las siguientes olas feministas, que lucharon por otros derechos elementales como la educación —“Un derecho que abre paso a otros”, afirmó la ponente— o a la no discriminación. Sin embargo, otro leitmotiv del movimiento ha sido la lucha contra la violencia sexual.
“La violencia sexual es la expresión más cruda de ese sentido de pertenencia que en nuestras sociedades se tiene respecto de las mujeres”, lo que para Edith Olivares es directamente resultado del pasado en el que los maridos disponían de las libertades y acciones de sus esposas al punto de cosificarlas.
Según diferentes estudios realizados por Amnistía internacional, “Se muestra claramente cómo crece la violencia contra las mujeres a la par que vamos adquiriendo cada vez más autonomía. Digamos, la sanción social que existe porque nosotras cada vez tenemos más presencia y reclamamos más nuestros derechos, es igualmente cruda”.
Los Estados han intentado responder a las exigencias con un marco legislativo que es muy nutrido y ha dado pie a cientos de institutos o medidas que fueron hechas para salvaguardar la integridad de las mujeres, pero no han servido de mucho en la realidad. La especialista afirmó que gran parte de los organismos creados con este propósito replican las mismas deficiencias que hace 20 años, cuando no existía un marco legal en México.