Alejandro Carvajal

El consumo de cannabis y sus derivados es una realidad que no podemos continuar renegando

En días recientes la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) emitió una alerta sobre la comercialización ilegal de productos elaborados con cannabidiol (CBD), extracto de cáñamo y aceite de hemp.

Especialmente la autoridad pidió tener atención con marcas como “Paradise, Doctor CBD y Kanabi”, productos que perfectamente pueden encontrarse en locales, mercados, tianguis e incluso hasta por delivery service. Sin embargo, es muy equivocado seguir tapando el sol con un solo dedo.

Estos productos son derivados de la marihuana e independientemente del consumo de la marihuana, el consumo de drogas es una realidad francamente innegable que constituye un inmenso mercado ilegal, que en palabras del presidente colombiano, Gustavo Petro, si fuera un producto estadounidense, probablemente ya fuera legal.

Nuestra política respecto al consumo, procesamiento, distribución y venta de drogas debe cambiar, sobre todo cuando hablamos de marihuana, pues es incluso hasta cansado seguir insistiendo en sus propiedades medicinales o en su aspecto recreativo para la sociedad; de hecho, es cada vez más común y aceptado su consumo que nunca.

La estrategia prohibicionista no ha logrado erradicar el consumo; por el contrario, ha empujado a los usuarios hacia mercados ilegales sin controles de calidad ni garantías sanitarias, como en el caso de las marcas que alerta COFEPRIS.

La ausencia de regulación efectiva ha permitido la proliferación de productos derivados del cannabis en el mercado negro, muchos de los cuales carecen de estándares de calidad y seguridad. La COFEPRIS ha señalado que estos productos, al no contar con autorización sanitaria, representan un riesgo para la salud pública, pues especialmente aumenta el riesgo de intoxicaciones y otros efectos adversos.

Experiencias internacionales ofrecen lecciones valiosas. En 2013, Uruguay se convirtió en el primer país en legalizar y regular el mercado de cannabis no médico, buscando reducir el mercado negro y proteger la salud pública. Canadá siguió este camino en 2018, implementando una regulación que, entre otros objetivos, busca proteger a los jóvenes y desincentivar el crimen organizado. En Estados Unidos y Europa se ha seguido esta tendencia en lugares de consumo seguro, con acompañamiento médico y como una forma recreativa, por lo que el marcado hoy ilícito, debería regularizarse y así garantizar productos de calidad para los consumidores.

En México, expertos señalan que, de regularse el mercado recreativo de cannabis, podría alcanzar un valor de 230 millones de dólares en 2024. Esta cifra no solo representa un potencial económico significativo; sin embargo, más allá de la relevancia económica o fiscal, el mercado regular permitirá tener controles que protejan a los consumidores y reduzcan los riesgos asociados al mercado ilegal.