La esperanza y el anhelo de ver a Puebla destacarse por sus atributos positivos es un sentimiento compartido por todos los que habitamos en este estado. Queremos que esta tierra sea reconocida no solo por su riqueza cultural e histórica, sino también por una calidad de vida que haga justicia a sus habitantes.
Sin embargo, los rankings recientes que evalúan el desarrollo social, económico y político a nivel nacional y estatal presentan un panorama desalentador. En lugar de avanzar hacia una posición destacada, hemos observado un descenso preocupante en varios indicadores clave, lo cual sugiere que Puebla enfrenta serios desafíos que necesitan ser abordados con urgencia.
Precisamente, la edición 2024 del Índice de Competitividad Estatal (ICE) realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) a través del cual se evalúan las fortalezas y debilidades de las 32 entidades de la República -midiendo indicadores como la innovación y economía, infraestructura, mercado de trabajo, sociedad y medio ambiente, estado de derecho, así como sistema político y gobiernos-, sitúa a Puebla en la posición 28 de 32, es decir como la quinta entidad en el país menos competitiva.
Desafortunadamente, esta tendencia negativa se ha visto exacerbada en el último año ya que, tan sólo uno antes, en el 2023, la entidad contaba con una mejor evaluación al ubicarse seis escaños antes, en la posición 22; y no sólo eso, sino que además este 2024 la entidad se coloca en la peor posición de esta métrica en los últimos 10 años. La última vez que ocupó una posición así de baja fue en el conteo 2006, cuando estaba en la posición 26.
Este 2024, el estado sólo está por encima de Michoacán, Chiapas, Guerrero y Oaxaca, lo cual debe mantener los focos rojos encendidos, ya que como decían antes las abuelitas: “dime con quién andas y te diré quién eres.
Desglosando con mayor profundidad este índice, encontramos que, en términos de innovación y economía, de manera general, Puebla se colocó en la posición 19 de 32, pero dentro de éste el indicador con un desempeño más bajo fue el del PIB per cápita (en la posición 28 de 32) el cual fue de $156,567 pesos por habitante en la entidad cuando para la CDMX, ubicada en la primera posición, fue de $505,295.
Desafortunadamente, este índice también evidencia en el rubro de sociedad y medio ambiente, un retroceso alarmante para la entidad la cual aparece en el lugar 30 de 32. Entre los sub índices que incluye este apartado se encuentra el de la salud, el cual refleja que solo 24% de la población ocupada tiene acceso a servicios de salud; además de que se reporta una baja disponibilidad de personal médico con especialidad con un 0.64 por cada mil habitantes, lo cual nos coloca en la posición 31 de 32 estados.
En lo laboral, Puebla está entre los cinco estados con menor desempeño con un 70% de la población ocupada que se encuentra en condición de informalidad. Así mismo es el estado con el quinto ingreso salarial más bajo a nivel nacional, con un ingreso promedio de 7 mil 664 pesos al mes, lo que representa prácticamente el 50% de lo que recibe un trabajador al mes en Baja California Sur, que se ubica en la primera posición con $14,718.
Políticamente, también Puebla enfrenta numerosos desafíos que han afectado la confianza de la ciudadanía en las instituciones. Casos de corrupción y falta de transparencia han minado la credibilidad del gobierno y han dificultado la implementación de políticas públicas efectivas.
Precisamente, este ranking del IMCO muestra que el 88% de los ciudadanos considera que los actos de corrupción en Puebla son frecuentes o muy frecuentes, lo que lo posiciona en la tercera peor evaluada del país en este rubro. Aunado a ello, es el peor evaluado en estado de derecho (la 32 de 32 entidades) con sólo el 33% de la participación ciudadana, misma posición en la que coincide con el robo de vehículos, con 8 por cada mil vehículos registrados.
Hoy los datos nos muestran un sombrío panorama: estamos en el subdesarrollo político, económico y social, pero también ante un llamado a movernos con rapidez para salir del sótano en el que como entidad estamos sumidos.
Necesitamos lograr una acción concertada y sostenida por parte de todos los sectores de la sociedad: gobierno, empresas, organizaciones civiles y ciudadanos, lo que en ocasiones anteriores he enmarcado como la urgente necesidad de la construcción de un nuevo pacto social para Puebla, con el cual no sólo mejoraremos estos indicadores sino, sobre todo, el bienestar integral de las y los poblanos.