México y Estados Unidos deberán llegar a acuerdos en temas importantes para los dos países

Más allá del resultado electoral de noviembre próximo en los Estados Unidos, de cuyos protagonistas Donald Trump del Partido Republicano o Kamala Harris del Partido Demócrata resulte ganador, el gobierno mexicano y su nueva titular la presidenta electa Claudia Sheinbaum habrá de evaluar qué relación sostendrá con el país vecino. A la vecindad territorial, se suma las definiciones geopolíticas y los numerosos temas que nutren el intercambio comercial educativo y migratorio por mencionar quizá algunos de los temas más destacados. Así, por ejemplo, será oportuno observar qué sucederá con la política energética nacionalista emprendida por Andrés Manuel López Obrador, que sin duda afectó las inversiones estadounidenses en materia de energía eléctrica e hidrocarburos.

¿Cuál será el futuro de la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que está programada para 2026? ¿Qué impacto tendrán los flujos comerciales de los tres países y las repercusiones en el bienestar de millones de personas en la región en la próxima década?

Un recuento de datos revela que tan solo en 2022, el comercio en América del Norte superó los 1.5 billones de dólares, con un volumen de intercambio entre México y Estados Unidos de casi 800 mil millones de dólares, cifra que supera la economía de muchos países. El Producto Interno Bruto de la región suma 31 trillones de dólares, lo que representan un tercio del PIB mundial.

En este escenario destaca también que México por su parte, se consolidó como el principal socio comercial el año pasado para los Estados Unidos superando a China y a Canadá, lo que favoreció el fenómeno del llamado “nearshoring”, que consiste en la reubicación de las cadenas de suministros a lugares geográficamente más cercanos.

Adicionalmente la mayor parte de la inversión extranjera directa a nuestro país, proviene precisamente de Estados Unidos. Es por ello, que en el marco de la renegociación del T-MEC, parecería que Estados Unidos necesita que México se comprometa a un cumplimiento pleno del acuerdo y dejar atrás las querellas mercantilistas que en los últimos años se han registrado y afectan a ambas naciones al querer imponer un sector energético proteccionista y México por su parte cumplimiento recíproco y no amenazas frecuentes con la imposición de aranceles que contravienen el acuerdo signado.

Otro tema fundamental, será el tema migratorio. Su abordaje integral es necesario y urgente que permita, sobretodo, en materia de respeto a los derechos humanos de las personas migrantes que demanda la cooperación económica entre ambas naciones, para avanzar en la desigualdad y exclusión social principal causa que generan la migración de México y de los otros países que continúan siendo expulsores de personas y que también enfrentan sus diásporas al emigrar a la Unión Americana.

Por otro lado, ligado al tema migratorio está el de la seguridad, uno de los ejes de la relación bilateral entre EE. UU. y México. Mientras que el país del norte lidia con una de las mayores crisis domésticas de salud debido al fentanilo, al sur se ha observado un aumento de la violencia a cargo de los cárteles.

El próximo Gobierno de México que inicia funciones a partir del 1 de octubre tendrá una labor titánica. Entre ambas naciones deberán llegar a acuerdos en temas importantes para los dos países, como la seguridad, el combate a la delincuencia organizada, el comercio bilateral y la gestión de las fronteras.