• El documento ofrece información clara y fácil para los tomadores de decisiones
• María Soledad Funes Argüello recordó que las comunidades más vulnerables son las que sufren, de manera desproporcionada, los efectos adversos del cambio climático
• Necesitamos una capacidad de investigación más fuerte, dijo Francisco Estrada Porrúa
El reporte “The Lancet Countdown en cambio climático y salud en Latinoamérica” ofrece datos cruciales con la expectativa de que, a través del conocimiento, sea posible interactuar con los sectores adecuados y diseñar políticas públicas más efectivas y tomar medidas informadas, afirmó la coordinadora de la Investigación Científica de la UNAM, María Soledad Funes Argüello.
Durante la presentación del documento, la también investigadora consideró importante que la iniciativa incluya a Latinoamérica, pues se trata de una región que enfrenta desafíos particulares a partir de una sociedad que se caracteriza por sus desigualdades sociales, la cuales se agravan por los impactos del cambio climático en la vida cotidiana y en la salud.
Las comunidades más vulnerables, que a menudo son las más afectadas por la pobreza, falta de acceso a servicios de salud y educación, migración y marginalización, son también las que sufren de manera desproporcionada los efectos adversos de este fenómeno global, expresó.
La investigación representa un parteaguas que se espera tenga repercusiones positivas en la formación de políticas públicas, aseguró el director de Salud Ambiental del Instituto Nacional de Salud Pública, Horacio Riojas-Rodríguez, ante investigadores y especialistas de diversas instituciones académicas.
Riojas-Rodríguez señaló: se requiere impulsar la investigación transdisciplinaria en el tema de clima y salud; reconocemos que hay una necesidad en este sentido y estamos abiertos a la colaboración sobre este tópico. Reconocemos que el cambio climático y el deterioro ambiental representan el principal riesgo para las poblaciones más vulnerables del país.
A su vez, la directora de Lancet Countdown Latinoamérica, Stella Hartinger, rememoró que en 2015 se comenzó a reunir la información en materia de cambio climático y salud, pero debido a que era generalizada se revisó la realidad regional del problema, por lo que se decidió crear reportes para proporcionarla a los tomadores de decisiones de una manera fácil y que se pueda traducir en acciones y políticas públicas.
Previo a la presentación del texto, realizada en el Teatro Jorge Flores Valdés, de Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM, en conferencia de prensa a distancia, el coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la Universidad Nacional, Francisco Estrada Porrúa, explicó que México es el país más preocupado por este tema en todo el planeta, pero su capacidad adaptativa es baja.
El investigador precisó que el nivel del mar ha aumentado, en lugares como el Golfo de México ha sido más rápido que el promedio del planeta, y las pérdidas son sustanciales, pues los costos acumulados durante este siglo serían comparables a perder entre el 85 por ciento y hasta cinco veces el producto interno bruto actual de México.
En cuanto a la agricultura, el investigador apuntó que hay afectaciones; por ejemplo, en cultivos como el café hay lugares de Veracruz donde se registra reducción de aproximadamente 48 por ciento de la producción, y de los factores que causan esto la mitad está relacionada con problemas climáticos. La situación puede limitar de manera importante la generación de alimentos en el país: se prevé la reducción de soya y arroz en 50 por ciento; de maíz y sorgo, 40 por ciento.
Estrada Porrúa comentó: tenemos un país con condiciones socioeconómicas y climáticas diversas, y distintas vulnerabilidades en ciudades, zonas naturales, agricultura o salud. Necesitamos una capacidad de investigación más fuerte y espero que podamos avanzar guiados por la ciencia, la cual es la mejor manera de hacerlo para reducir nuestra vulnerabilidad, riesgos, pobreza y aumentar el bienestar de la población.
A su vez, Yasna Palmeiro Silva, investigadora del Institute for Global Health, del University College London, y una de las autoras principales del documento, resaltó que entre los principales resultados está el hecho de que Latinoamérica continúa cambiando y las naciones no están preparadas para enfrentarlo.
Subrayó que en 2022 la población estuvo expuesta a temperaturas ambientales, en promedio 0.38 grados Celsius más altas que en el periodo 1986-2005, por lo que entre 2013 y 2022 los infantes estuvieron expuestos a 248 por ciento más días de olas de calor; las personas mayores de 65 años a 271 por ciento más días de olas de calor que entre 1986 y 2005.
A lo anterior se suma que la región ha tenido un aumento de 140 por ciento en la mortalidad relacionada con el calor; se espera que los casos de dengue se eleven debido a los cambios en los ecosistemas, especialmente por la presencia del mosquito Aedes aegypti que ha crecido en 54 por ciento de 1951 a 2022.
Agregó que las políticas de adaptación en Latinoamérica siguen siendo débiles y la colaboración entre los sectores meteorológico y sanitario es insuficiente, lo que dificulta las respuestas integrales a los riesgos para la salud; por ello, estimó un agravante la disminución del financiamiento a proyectos de adaptación al cambio climático en la región.
Además, puntualizó que es preocupante que 46 por ciento de la población rural en Centroamérica y 23.3 por ciento en Sudamérica carezca de acceso a combustibles limpios. Además, de la dependencia excesiva de los conocidos como fósiles, en particular el gas licuado de petróleo, pues dominan la energía del transporte por carretera con 96 por ciento de uso.