Xavier Gutierrez

Cuando el temor se hermana con la incompetencia

El asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo, exhibe con crudeza -como si faltara- el barril de pólvora sobre el que funcionan los gobiernos del país. Sí, los gobiernos, en plural, de los tres niveles.

La delincuencia multiforme es una nervadura que casi todo lo invade. A tal punto que es una de las líneas de explicación de la narcoeconomía que flagela al país. Esto último no cuesta ningún trabajo advertirlo: por todos lados se ve la riqueza fácil de ayer para hoy, que caracteriza a una porción importante de la sociedad mexicana.

Y lo que hay detrás de esa opulencia derivada de los negocios oscuros, no es ajeno a la estructura que forman ayuntamientos, gobiernos estatales y poder federal. Por supuesto, se incluye a diputados y senadores.

Generalizar no es correcto, ya se sabe, pero sería más fácil excluir a los espacios de poder que no están podridos de aquella espesura delictiva con conexiones delgadas y gruesas.

En nuestro país es un secreto a voces la infinita vinculación de alcaldes con las mafias locales, policías y comandantes con igualas por fingir demencia ante el narcomenudeo o el tráfico, policías viales cómplices del transporte de droga, los asaltos o las extorsiones; alcaides y custodios que son parte de la red de delincuentes dentro de las cárceles.

Funcionarios de altos rangos federales igual que gobernadores, senadores o diputados que protegen a narcos o lavadores de altos vuelos. Todo eso se sabe, lo difícil es probarlo. Y luego sucede lo increíble: mejor los detectan o capturan en el extranjero que en nuestro propio país.

Sería muy largo enumerar las formas de la nervadura del delito.

En los meses recientes, tan solo tres casos han focalizado escándalos por fortunas enormes, complicidades diversas y profundas con el narco, abusos ilimitados e impunidad evidente: los gobiernos de SinaloaMichoacán y el exgobernador de Morelos.

Casi no hay semanas en donde esos vínculos de hombres de poder con la narcodelincuencia no aparezcan en los medios. Y sin embargo, desde la élite del poder hay sordera, simulación o silencio que encubre. Con frecuencia tienen que revelar esas ligas en el extranjero para que aquí haya reacciones.

Pero son eso, reacciones. Una política reactiva permanente tiene consecuencias sumamente graves. Lo estamos viendo.

La condición explosiva de Michoacán igual que la de Sinaloa, se ha dicho tantas veces, que los escándalos se mimetizan con la vida diaria.

Todo esto que hoy arroja un saldo cruel y terriblemente conmovedor como el asesinado de un presidente luchador, honesto y firme -de esa minoría casi heroica a la que nos referimos antes-, es, ni más ni menos, que una de las enormes consecuencias de la debilidad que caracteriza a los gobiernos de Morena.

Es una conclusión común y multiplicada. La ineficiencia por ignorancia o complicidad, por tolerancia o burocracia, por corrupción o negligencia, se presenta con frecuencia o brota aquí y allá porque no se le ha combatido a profundidad, con decisión, energía e inteligencia. También el temor se hermana con la incompetencia.

Todo esto es una percepción social muy extendida. Se advierte, se ve, se comenta. No se puede tapar el sol con un dedo.

El resultado es lo que vemos. Los retos del crimen no son distintos a las guerrillas que en otros tiempos, aquí y en otros países, han aparecido con causas sociales como banderas y presentado combate abierto con las fuerzas armadas.

Si ese fenómeno ha puesto a temblar gobiernos y ha requerido una fórmula política global de tratamiento especial a conflictos de tal dimensión, hoy estamos ante un enemigo superior en todos sentidos. Mayor en adeptos, armamento, base social de apoyo y lo más grave… vínculos en todas las esferas del poder.

Si este gravísimo problema no se ataca desde dentro, con determinación e inteligencia, efectividad, ejecutividad y dureza, jamás se va a extirpar. Veremos lo acostumbrado: reacciones, planes, programas, campañas. Parches y remedios circunstanciales, no respuestas a fondo.

Faltan acciones profundas, certeras, internas. Que ataquen las raíces y el follaje. No sólo combatir la pestilencia y moscos del pantano sino secar el pantano mismo.

Morena en el poder le ha faltado precisamente eso que está en la cúspide: ser ejecutivos.

¿No le parece a usted?

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