Xavier Gutierrez

¿Estamos en víspera de una licencia para José Chedraui?

Al paso de los días el tema de la sucesión del poder en Puebla capital se verá más cerca. No tan lejano como parece las elecciones, sino con un escenario que implique el acomodo de piezas, movimiento de personas y estrategias al respecto, pensando en el futuro cercano.

He dicho otras veces una de mis personales concepciones de lo que es la política: el arte de combinar hombres, circunstancias y decisiones. Es decir, para una circunstancia dada, tal hombre, y alguien tiene que tomar esa decisión, punto.

Puebla capital aglutina el mayor poder en Puebla. Es una macrocefalia y está funcionando mal, muy mal. Como herencia del exgobernador Sergio Salomón llega a presidente municipal un cercano a él, José Chedraui, es clara esa línea de paternidad. Le ayuda electoralmente el arrastre personal del gobernador Armenta. No sería concebible de otra manera.

Pero ya en funciones exhibe múltiples flancos vulnerables que no van en simetría con el gobierno estatal. En la práctica son un contrapeso, con malos resultados.

Algunos elementos de este lastre son: Según la reciente encuesta de INEGI, Puebla está entre las doce ciudades más inseguras del país, ocho de cada cien ciudadanos temen por su seguridad. Se han registrado crímenes horrendos (ejecuciones, desmembramientos humanos, asaltos a plena luz del día en lugares importantes y céntricos) en sitios emblemáticos y el área metropolitana.

Se identifica como el problema más grave -aparte de la inseguridad-, los baches, y pasa ya un año del gobierno municipal y ese punto crítico no se resuelve. Esto lleva a pensar al ciudadano con lógica elemental: si mi gobierno no me resuelve los baches nuestros de cada día, ¿qué esperamos que haga ante asuntos mayores?

Ligado a esto y como apagar el fuego con gasolina, se enardece al ciudadano común que tiene auto con el cobro de piso por estacionarse en enormes áreas urbanas. Esa sangría se traduce en severa molestia, irritación diaria de cientos de multados, y el fruto de esa sanción no se convierte en mejoría urbana alguna.

Pasa un año y el expresidente municipal Eduardo Rivera queda impune porque la nueva autoridad no aclara, investiga, explica y sanciona lo que huele a peculado escandaloso: la desaparición de 500 millones de pesos que muy buena falta haría para afrontar tantos problemas de la ciudad.

Pasan meses de la renovación millonaria de una calle (la 11 Oriente, desde Finanzas hasta el Bulevar 5 de Mayo) igualmente con olor a dedicatoria hacía algún grupo de negociantes privados en materia inmobiliaria, especulativa o “compra” y restauración de grandes propiedades para fines de lucro. Y nadie explica esta sospechosa reconstrucción. Y todo esto, frente al deterioro intocado de cientos de arterias llenas de baches.

Vamos, la autoridad municipal ni siquiera hace notar eso, su autoridad, su potestad para poner orden en el ámbito urbano.

Otro ejemplo evidente: en torno al nuevo hospital del IMSS San Alejandro, los espacios de calles y esquinas ya están invadidos por grupos de presión intocables de falsos ambulantes, que se reparten el territorio urbano con fines de ilimitado avorazamiento mercantil. Toman la vía pública como cotos privados, igual que sucede alrededor de los mercados, como es el caso de La Acocota.

Invaden, despojan, mandan, en plenas narices del ayuntamiento. A veces parecen una autoridad paralela.

En este caos, corre el tiempo y el presidente Chedraui no ha dicho si su pretensión es la reelección, pero antes de ello ya hace una campaña desbordada y costosa la exdiputada Laura Artemisa García Chávez, empeño por cierto tan desafortunado y desatinado que no sólo rememora a la táctica desastrosa que igualmente emplearon Julio Huerta e Ignacio Mier en búsqueda de la gubernatura, sino que se da cuando ocurre la tragedia de las inundaciones en la Sierra Norte.

Frente a esto último, la temprana pretensión se aprecia como un derroche propagandístico imprudente frente a la necesidad de recursos de todo tipo para los damnificados de la sierra  que suman miles.

Y este madruguete por el poder municipal, por lo menos impertinente, por otra parte, llevará al alcalde a una necesaria definición frente a la estrategia de Morena en el estado para definir cómo mantener la “Plaza Puebla” ante la sucesión que viene.

Y para redondear el cuadro, pareciera que al señor Chedraui nada le sale: pide en una rueda de prensa a modo que le califiquen su gestión, y mientras se regodea con respuestas de culto al ego, es justamente al día siguiente cuando INEGI le responde con las pésimas cifras sobre la seguridad en el municipio.

Y el botón último de la improvisación al gobernar, sin análisis, conocimiento o experiencia: llenan de adornos mortuorios el Centro Histórico de Puebla, con motivo de la tradición de la festividad de muertos, y ¡utilizan enormes calacas hechas en China en contraste con la tradición de hondo sentido mexicano!!! Vean los rostros de los enormes muñecos…

¿En verdad nadie ayuda al presidente…? ¿No hay quien lo asesore, le ofrezca alternativas en la toma de decisiones, le cubra las espaldas? Lo dejan al amparo de los vendavales cual vecino de la Sierra Norte.

Esta realidad sería anecdótica si no fuera dramática para los habitantes de Puebla. Y acorde con ese dramatismo, ¿acaso estaríamos ante la víspera de que Chedraui solicitara licencia para ver quien sí resuelve los problemas de Puebla…?

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