Román Sánchez Zamora

El ego y la vanidad son lo mejor del humano de ciencia para mostrar sus perversiones

Quien busca en las letras un reconocimiento, está buscando, invirtiendo tiempo, ánimo, energía, sueños, amor, motivación, dinero en las letras, hurga en el lugar equivocado.

Kapuscinski lo comenta sobre los cobardes y el oficio del periodismo, más allá de los intelectuales orgánicos de Gramsci, o las posturas de Octavio PazVargas Llosa en televisiones extranjeras, perdidos de un régimen post revolucionario que busca y ha buscado el absolutismo en diversos nombres de partidos políticos, en la monarquía de las mayorías mencionan en la Escuela de Ciencia Política de Francia.

Hay escribidores que se codean con el poder y es donde sacan letras que buscan eternizar con las monedas de estos mecenas, y lo han logrado desde los griegos, romanos, italianos, españoles, ingleses hasta los gobiernos actuales, es decir, la adulación es parte de sus letras y la peste de sus vidas.

Hoy se buscan citaciones de otros para hacer valer unas letras; para este trabajo entonces, los escribas primarios sus letras son falsas porque no hay una norma, no hay una metodología, ignoraron la observación y la teorización sobre el ser humano y el empirismo, entonces todo es falso, nada sirve, todo fue generación espontánea, de terraplanistas trasnochados y de divergencias divinas, porque todo fue creado.

Entre más cites, entre menos tuyas sean tus letras más valía tendrán, entre más ajenas a tu círculo social, a tu presente, más eternas y mundiales estarán; la condena de una máxima que daña y no construye es el sentido del ser porque el ser ha dejado de serlo en la mundialización de los gustos, la música y palabras de gente que nunca se conocerá pero que serán el ideal de lo que el mundo pone como regla.

Todos son criticables: un título nobiliario es el peso inquisidor puritano, y los títulos hacen oficial.