Román Sánchez Zamora

El valor de escribir, búsqueda, la libertad de generar un estilo, aunque tardes toda tu vida

Escribes letras y esperas acomodarlas para que las leas, las comprendas y aceptes

Un día buscas la aceptación de las letras por alguien más.

Pronto estas buscando que alguien sienta tus letras, como las sientes, pero poco a poco para el autor van perdiendo sentido, la satisfacción se siente comprometida hacia uno mismo, se buscó la letra para ser libre y la libertad desaparece.

La comprensión relativa de Proust.
El sentido dominado de Kafka.
La directriz punzante de Eco.
La dominación de Ortega y Gasset.
Las estructuras imperdibles de Cela.
La lejanía del romance de Tolstói.
Al calce del 29 CosíoToledanoHerzog.
En la pluma y los valles de Atl.
Camus, en el interior del ser en su formación de victoria y culpa.

Todos ellos al olvido, todos ellos lejos del interés hipermodernista de Lipovetsky.

El escriba entonces se deslumbra, se aleja de las letras, se acerca a la oralidad, se aleja de la canción, se acerca al realismo y si no escribe sobre un musgo, o una pared con hedor a desechos y vapores de calentadores de agua, no se es escritor, solo un escriba perenne.

La idea de un manual para escritores, de intérpretes de los ecos, de otras letras, de interpretar la luna bajo los ojos de Neruda, el polvo del purgatorio de Alighieri, el gusto del sudor humano bajo el matiz de Hesse.

Schopenhauer brilla porque la luz de cada escritor debe ser propia y debe limpiarse de otras corrientes, de otras letras, de otras fuentes, porque se trata de hacer nuevas veredas propias, caminos que se deban heredar, pero al final sin algún hedor de otra influencia.

Como el cocineroque busca sazón propia, cada escritor debe generar su estilo, uno propio, que le duela, que sea parte de su encanto, que genera mundos…