Alejandro Carvajal

Morena avanza en su consolidación institucional, con un partido sólido y con rumbo claro

El pasado Consejo Nacional de Morena se celebró en un momento crucial: mientras el país enfrenta amenazas externas a su soberanía —particularmente por parte de nuestro vecino del norte—, es más urgente que nunca contar con un partido sólidocohesionado y con rumbo claro.

En esta sesión se refrendó el compromiso con la unidad del movimiento y la continuidad del proyecto iniciado en 2018. No obstante, también quedó en evidencia una necesidad impostergable: profundizar los mecanismos de deliberación democrática al interior del partido. La consolidación de Morena como fuerza gobernante no puede prescindir de la participación activa de su militancia.

Los resolutivos aprobados —la reactivación de estructuras territoriales, los criterios para las nuevas dirigencias y la definición del camino hacia 2027— representan, sin duda, un esfuerzo legítimo por mantener cohesionada una fuerza política que ha crecido de manera vertiginosa. Sin embargo, también deben invitar a una reflexión autocrítica: ¿estamos construyendo desde abajo o simplemente administrando desde arriba?

Morena nació como un movimiento plural, incluyente y participativo, con el pueblo como protagonista de la transformación. Por ello, la institucionalización del partido no puede implicar el cierre de los espacios de debate ni la debilitación de los órganos colectivos. La toma de decisiones debe emanar del consenso de las bases, no sólo de acuerdos entre élites, por muy estratégicos que parezcan.

Es positivo que el Consejo Nacional haya hecho un llamado explícito a la unidad, pero esa unidad no puede ser uniforme ni acrítica: debe construirse desde el diálogo, la confianza y el respeto a la diversidad de voces que dan vida al movimiento. La fortaleza de Morena radica, precisamente, en su capacidad de abrirse a la crítica interna y a la renovación constante.

También es momento de hablar con franqueza sobre los riesgos de replicar prácticas del viejo régimen. Las encuestas deben mantenerse como herramientas, no como mecanismos opacos para justificar decisiones. La selección de candidaturas debe considerar, además de la competitividad electoral, factores como la honestidad, la trayectoria de lucha y el arraigo territorial. Sin participación real no hay legitimidad duradera.

Morena debe demostrar que sabe gobernar, pero también que sabe escucharse a sí misma. En tiempos de transformación, la autocrítica no debilita: fortalece. La unidad, sí, pero con rumbo y con principios.