La inalterable búsqueda del yo, de la satisfacción perpetua por una esperanza inexistente
El sueño no es suficiente, las palabras de ánimo lo son todo; quiere entonces saber qué preguntas vendrán, cómo preguntarán y cuánto tiempo queda a este suplicio.
-Esto mejorará…
Es la fiel promesa diaria.
Es la promesa que se escapa de los labios, del sueño, de la esperanza…
-El mundo no está preparado para ti y tus ideas, no se porque no fuiste como todos y ya hasta tu casita tendrías.
La madre lo veía en silencio en las noches.
Los dos trabajos de Moisés eran suficientes para sus necesidades, pero él quería más, él quería brillar e ir más allá que sus parientes y amigos.
Todos los días, viejos conocidos, algunas veces disfrazados de amigos mientras la noche y parranda durará…
Nada era suficiente, quería volar, inspirarse en el extranjero como lo hizo la primera vez, sin embargo, no ha vuelto a suceder.
El mundo, nuestro mundo cada vez está lejos de los orígenes y más lejos de los ideales, lejos de todo, lejos del inicio, y más lejos de sus propios sueños, todo esto afecta.
Los días se han vuelto ajenos, pero siempre existe la chispa del nuevo día, la tierra y el sueño que se pone como ideal, la visualización del decreto imaginario.
-Lo he trabajado y por supuesto que me pertenece.
Se repiten una y otra vez cada vez que toca las puertas del poder, las puertas de esa abundancia que los que la viven dicen no ser felices.
Entonces ¿qué es la felicidad?
¿La buena mesa, la parranda, la copa, la anécdota, la boda, el viaje, la graduación o estos solo eran momentos no evitables y se tradujo en felicidad?
La insatisfacción perpetua, las necesidades infinitas, el condicionar la felicidad, el anhelo que se pierde entre las sombras de la indiferencia.
Los muertos son para siempre.
