Xavier Gutierrez

El ayuntamiento poblano ha logrado “la tormenta perfecta”

Sus afanes por ver morder el polvo a Morena en las próximas elecciones son indiscutibles. ¿Quién lo puede negar? Lo que se ve no se discute. Y lo que se sufre menos…

Trabaja concienzudamente, perseverante. Cada día que pasa uno escucha más y más gente irritada con el partido guinda en la capital. No se exagera, los descontentos a diario suman miles. Cada bache que maltrata el auto y cada multa que tienen que pagar los ciudadanos por los espacios expropiados en las calles, da lugar a escuchar denuestos, mentadas y la espera para castigar con el voto.

El destinatario es Pepe Chedraui, discreto abanderado contra el partido que lo llevó al poder con la bendición santa del exgobernador Sergio Salomón.

Los estudiosos le llaman a esto la “tormenta perfecta”: “Una situación en que varios factores negativos, a menudo improbables e inesperados, se combinan para crear un estado de cosas excepcionalmente malo o desastroso.”

Es cierto, era inesperado que Puebla estuviera peor que en los tiempos de Eduardo Rivera. Pepe emergió bajo buenos augurios, tuvo mucho tiempo antes de asumir el cargo para armar una estrategia y equipo de primer orden. Y ocurre todo lo contrario.

Asumió el cargo en octubre del año pasado. Si entonces hubiera arrancado con un programa  para tapar todos o la mayoría de los hoyos de ciudad bombardeada que es Puebla, habría empezado exitosamente con el pie derecho. La ciudad sufría penosamente esa enfermedad. Y él tuvo el remedio en las manos.

Bastaba aplicar el sentido común, con diligencia, constancia, supervisión y comunicación inteligente. Nada de esto pasó. Estamos en julio y hace unos días arrancó la curación que era urgente hace varios meses.

Hemos dicho que gobernar no es difícil. El hombre lo hace complejo. Pegar el oído al enfermo (la sociedad, el municipio), actuar con sentido común con soluciones ingenieriles, supervisarlo todo siempre y mantener un ininterrumpido ritmo de trabajo. Punto. Eso dice el manual del buen gobernante. Nada del otro mundo.

Recorrí la semana pasada varias calles del norte del Centro Histórico. Es horroroso que Puebla tenga a cinco calles del zócalo ese caos, el ambulantaje sin medida, la invasión expropiatoria de calles por abusivos vendedores mal llamados ambulantes, la prostitución, la basura, la anarquía urbana, todo esto se ve en la 10, 12, 14, 16 Poniente y otras calles adyacentes o que las cruzan.

No miento, recórrala usted.

No hay autoridad, no hay una pizca de orden. Las banquetas están ocupadas, la invasión ha convertido a las arterias de un solo carril. Los mercados y su entorno están peor. Si algunos pintan a Puebla-ciudad como una niña rica, elegante, culta y bella, ahí vemos que es también andrajosa, descalza, caótica y semisalvaje.

Me cuentan que el cobro de piso para coches (los estacionómetros) llega a las puertas mismas del ISSSTEP hacia el sur, a La Paz por el poniente, nooo, ¡que afán de provocar la ira de la gente! El orden en las calles tiene otras fórmulas, hay salidas si se ejerce la autoridad, no sangrando el bolsillo de la gente.

En la práctica es un cobro de piso o de impuestos con un eufemismo absurdo.

Si el objetivo real es llevar a la irritación máxima al ciudadano y buscar que en la próxima elección castigue con su molestia, protesta y rechazo al partido gobernante, entonces habrá que verlo como un modelo de alta eficiencia.

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Alforja

ORDEN EN EL BEISBOL. Veamos otra cara de la misma moneda. Una medida acertadísima es recuperar de las manos de las mafias los estacionamientos de los estadios del futbol y beisbol. Parecía imposible. Bandas de vividores obtenían fortunas al “cuidar” los coches en esas áreas. Es, era, espacio público robado para provecho propio a la vista de la policía.

Parece que fue una orden expresa del gobernador Armenta para romper con esa cadena delincuencial que durante décadas tuvo en sus garras esos espacios. Hoy da gusto asistir a los espectáculos de esa zona sin riesgo y sin pago alguno.  ¡Bien por ello!

PRESIDENTE SINGULAR. Hay de todo en la geografía política del estado. Xiutetelco es un pueblo de la Sierra Norte poblana colindante con el estado de Veracruz. Su nombre significa “en el montón de piedras o pirámides donde hay mucha yerba.” La descripción es fidelísima: junto al zócalo están tres construcciones piramidales y un museo que reúne los vestigios arqueológicos que enorgullecen a esta comunidad de origen olmeca-totonaca. El presidente de este lugar es un ingeniero de nombre Baltazar Narciso Baltazar, un hombre que por segunda vez ocupa tal cargo al ganar un par de ocasiones en reñidos comicios.

Describe a su comunidad con gran optimismo y la pinta como un remanso de armonía y actividad laboral intensa donde prácticamente no hay desempleo. Funcionan varias maquiladoras que producen ropa de marcas famosas para el mercado nacional y extranjero, muchos lugareños trabajan en los Estados Unidos y sus remesas refuerzan la economía local.

El ayuntamiento tiene un presupuesto de 210 millones y lo ha estirado para múltiples obras, incluidas carreteras de concreto y ayudas de carácter solidario que todos los días le plantean, “nadie sale del palacio con las manos vacías cuando tiene un problema”, nos dice.

Comenta que su secreto ha sido tocar todas las puertas, presentar proyectos y ser buenos administradores. Dice que “en política hay que construir algo todos los días” y que eso le ha dado resultados.

Todo su discurso es de optimismo, no elude ningún tema ni da lugar al pesimismo lastimero, común en infinidad de comunidades.

¡AY MIIIS HIJOOOS! Ese grito de dolor que le atribuye la tradición mexicana a “La Llorona”, sacude ahora al conocido boxeador mexicano Julio César Chávez. Su vástago, de igual nombre fue detenido en los Estados Unidos por descubrirle nexos y negocios con el narcotráfico, en concreto con el Cártel de Sinaloa. El hijo como boxeador es figura pública, pero nada que ver con la calidad pugilística del padre.

No es el primer caso de figuras destacadas cuyos hijos, buscando el dinero por la vía de la recompensa inmediata o emulando por mal camino la fortuna paterna, terminan mal lo que mal empiezan.

Hay aquí el caso de un exgobernador cuyos hijos y nietos en unos cuantos años derrumbaron y arrojaron al basurero la carrera que el padre construyó durante casi un siglo.

La sabiduría popular no falla: “El que a su hijo consiente, va engordando una serpiente…”.

xgt49@yahoo.com.mx