Los jefes de estado y de gobierno enfrentarán grandes retos en un mundo polarizado
La renuncia de Justin Trudeau como primer ministro de Canadá es solo un parteaguas de la complicada política internacional que se vivirá en el 2025.
Asimismo, la llegada de Donald Trump a la silla presidencial de Estados Unidos cambiará las relaciones que tiene el país vecino con varias naciones y México no será la excepción.
Sin duda, el 2025 será un año lleno de incertidumbre y de desafíos que podrían convertirse en amenazas para la humanidad, como los medioambientales, tecnológicos, geopolíticos, económicos y sociales.
En lo social, el fenómeno migratorio se seguirá utilizando para presionar económicamente a México y la inseguridad, que hoy en el país vive una de sus peores crisis por el enfrentamiento entre grupos criminales.
La desinformación y la propaganda política serán frecuentes, donde las redes sociales son el instrumento para tal propósito, una herramienta difícil de controlar que ha sido aprovechada por políticos de cuestionada reputación para sembrar odio, división e incertidumbre en todo México y a nivel internacional, el mejor ejemplo, el presidente electo de la Unión Americana.
Otro instrumento difícil de controlar es la inteligencia artificial, que avanza sorprendentemente, para manipular la política, los mercados financieros, opinión pública, a través de contenidos de dudosas verdades.
Por otra parte, los conflictos armados amenazan con escalar a un mayor nivel con consecuencias catastróficas que podrían dar paso a una carestía energética y alimentaria.
Además, se suma la crisis hídrica, la cual será más severa año tras año, que derivará en una escasez del vital líquido que a su vez puede derivar en conflictos bélicos, impactando la salud pública y seguridad alimentaria.
La falta de agua puede colapsar el desarrollo económico de naciones y en las grandes urbes en el futuro inmediato y de largo plazo.
En este contexto los jefes de estado y de gobierno enfrentarán grandes retos en un mundo que además de tener policrisis, está polarizado, situación de la que nadie escapa. En todas las regiones vemos la confrontación entre derechas e izquierdas, progresistas y conservadores, pero las consecuencias son tangibles y de proporciones inciertas.
En América, la renuncia de Justin Trudeau como primer ministro de Canadá, el arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la consolidación de la 4T en nuestro país, son ejemplos de lo que enfrentan sus ciudadanos.
Es por ello, que el Gobierno de México tiene el reto de mejorar las condiciones de vida de la población, no solo con la entrega de programas sociales, sino con generación de empleos, fomentar la competitividad y crear mayores oportunidades, para que nuestros compatriotas dejen de perseguir el sueño americano y se queden en nuestra patria.
Nos encontramos en un momento crucial en la política internacional que demanda un liderazgo comprometido no sólo con los ciudadanos de hoy, sino con las generaciones futuras, estableciendo precedentes de dignidad y justicia en un mundo cada vez más interconectado.
Bien vale la pena que en nuestro país se fomente el diálogo, la inclusión y el entendimiento entre todos los actores que intervienen en la toma decisiones desde el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Se debe poner fin a la división y a la polarización, dejar atrás los tintes partidistas para tomar las mejores decisiones en beneficio de todos los mexicanos. Solo así dejaremos de ser blanco de los gobiernos de otros países que se aprovechan de nuestras flaquezas para atacarnos y amenazarnos constantemente.
De todos depende salir adelante y ser un ejemplo para las demás naciones ante el complejo panorama internacional.