Gabriel López Castañeda

El municipio libre es la esencia del federalismo mexicano y el pilar de la democracia local. En un país con vastas diversidades geográficas, culturales y económicas, el municipio representa la unidad básica de organización política y social, un espacio donde los ciudadanos se encuentran cara a cara con el gobierno, y pueden participar directamente en la toma de decisiones que afectan sus vidas. Alexis de Tocqueville, en La democracia en América, subrayó con visión de futuro: “El municipio es a la libertad lo que la escuela primaria es a la ciencia; lo que hace posible que la gente tenga un papel en el manejo de su propia vida. Sin Instituciones municipales, una nación podrá darse un gobierno libre, pero carecerá del espiriru de la libertad”

Esta frase de Tocqueville encierra la razón de ser del municipio libre: acercar la toma de decisiones a los ciudadanos y promover una administración pública que escuche y resuelva las necesidades más inmediatas. La autonomía municipal, garantizada en el Artículo 115 de la Constitución Mexicana, permite que los ayuntamientos tomen decisiones sobre cuestiones fundamentales como la seguridad, el alumbrado y la recolección de basura, sin esperar a que los niveles estatal o federal intervengan. Este principio descentralizador es esencial en una democracia federal, ya que evita la concentración del poder en una sola esfera y fomenta la corresponsabilidad en la gobernanza.

Para Tocqueville, el espíritu municipal es un antídoto contra la “omnipotencia de la mayoría” y una defensa contra la “tiranía de un solo hombre.” Esta idea cobra relevancia en México, donde la tradición presidencialista históricamente centralizó el poder y los recursos, debilitando a los municipios y limitando su autonomía real. En este contexto, la descentralización de funciones y la dotación de recursos propios para los municipios son no solo justos sino necesarios. “La omnipotencia de la mayoría aparece a veces tan intolerable… como la tiranía de un solo hombre,” advertía Tocqueville, subrayando los peligros de concentrar el poder y desatender las voces locales.

El municipio libre también tiene un papel crucial en la participación ciudadana, uno de los fundamentos de una sociedad democrática. Al estar más cerca de la comunidad, el municipio se convierte en el espacio idóneo para fomentar la participación activa de los ciudadanos en las decisiones políticas. Aquí, los habitantes no son simples espectadores; son actores que intervienen, cuestionan, proponen y colaboran en las decisiones de su entorno inmediato. Esta participación local fortalece el tejido social y refuerza el compromiso de los ciudadanos con su propio bienestar y el de sus vecinos.

Sin embargo, la autonomía municipal enfrenta desafíos importantes, sobre todo en términos de recursos. Hoy, la mayoría de los municipios mexicanos dependen de las transferencias federales, lo que limita su capacidad para atender problemas urgentes. En palabras de Tocqueville, “La democracia no sólo hace que los hombres olviden su ascendencia, sino que esconde a sus descendientes y los separa de sus contemporáneos; los conduce a vivir en sí mismos.” Esta separación también puede aplicarse a un municipio que, sin recursos propios, se ve obligado a depender de políticas y presupuestos establecidos en niveles superiores, alejando sus decisiones de las necesidades reales de su población.

Por ello, es imperativo fortalecer la capacidad financiera de los municipios y garantizar su autonomía efectiva, para que realmente puedan convertirse en ese primer espacio de libertad y participación que Tocqueville vislumbraba. En un México donde la igualdad y la libertad son aún metas por alcanzar, los municipios libres representan una esperanza para lograr un desarrollo más equilibrado y justo. Como afirmaba Tocqueville, “La libertad es, en general, el producto de una moralidad refinada y de la virtud.” Al empoderar a los municipios, promovemos una democracia basada en la responsabilidad y la colaboración, valores esenciales para la libertad y el progreso social.

En conclusión, el municipio libre es mucho más que una unidad administrativa; es la base de la democracia y el federalismo. El fortalecimiento de su autonomía y su capacidad de respuesta es crucial para el desarrollo del país. No se trata solo de un concepto político; se trata de hacer que la democracia funcione, de que cada comunidad tenga el poder y la responsabilidad de tomar las riendas de su propio destino.

Acá entre Nos, la cedula básica de nuestra Nación es el municìpio, aún a pesar de muchos en otras esferas de gobiernbo, que lo consideran como el principal atraso de nuestro país.

**El autor es municipalista y Presidente de Innovación para el Dersarrollo Local con Equidad y Ambiente Sustentable A.C. (IDEAS)

Correo:gabriel.lopez@ideasac.org.mx