Contar con un organismo autónomo e independiente, puede resultar incómodo para el oficialismo
El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y el movimiento de la cuarta transformación, aún sin haber concluido la disputa entre los poderes ejecutivo y legislativo en contra del Poder Judicial de la Federación y los trabajadores de dicho poder, en una batalla que va para largo, entre la aprobación acelerada de las normas secundarias y los amparos y suspensiones definitivas dictadas por jueces de distrito, junto con el paro de labores que han anunciado mantendrán en forma indefinida, les toca ahora nombrar al próximo presidente o presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en un clima enrarecido, donde muchos pensaban que la reelección de su actual titular Rosario Piedra Ibarra, por su sumisión y apoyo abierto al gobierno de AMLO, tenía asegurada su permanencia repitiendo en el cargo, ya que durante su período al frente del organismo su trabajo consistió en solapar los excesos del gobierno federal y los abusos de las fuerzas armadas, que también fueron beneficiadas con un número mínimo de recomendaciones.
Aunque Piedra Ibarra planteó su reelección en el cargo, conforme a lo establecido en el párrafo séptimo del inciso B del artículo 102 de la Constitución General de la República, no cuenta por el momento con el apoyo de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien instruyó al Senado para lanzar la convocatoria nacional y declaró que la actual presidenta del organismo, se inscribiera si deseaba contender por un segundo período, situación que desde mi punto de vista, tiene una doble intención: la primera es aparentar que se busca una renovación en el organismo acorde al nuevo gobierno con una nueva persona al frente, y la segunda es que abierto el proceso y después de aparentar un proceso abierto y transparente repita Piedra Ibarra conforme a las instrucciones que desde su rancho de Palenque dicte el expresidente López Obrador.
En el anuncio de su búsqueda para un segundo período, Piedra Ibarra expresó en un mensaje en su cuenta de X, que tomó la decisión de buscar un segundo período al frente del organismo “porque esta convencida de que gracias al trabajo del personal hemos trabajado mucho en la transformación de la CNDH, pero aún tenemos que consolidarla”
Organismos defensores de derechos humanos de la sociedad civil como el Centro Prodh en un informe sobre los resultados de la CNDH durante los últimos cinco años en los que Piedra Ibarra ha estado al frente de la Comisión, considera “urgente una renovación profunda de la CNDH que fortalezca su autonomía y capacidad para actuar a favor de los derechos humanos”
En el informe destacan datos como la baja calidad de las recomendaciones emitidas por Piedra Ibarra y las omisiones significativas en casos que involucran a las fuerzas armadas y avance de la opacidad en las recomendaciones con testados excesivos”
Respecto a la Guardia Nacional el informe del Centro Prodh destaca que en el período del 2020 al 2023 se recibieron 1816 quejas en contra de dicha fuerza y sólo recibió 13 recomendaciones y en el caso de la Secretaría de la Defensa Nacional fue señalada en 1664 quejas recibiendo sólo 26 recomendaciones.
En el balance el trabajo de la CNDH durante la gestión de Piedra Ibarra, fue más para volverse un escudo para las acciones del gobierno de AMLO, que ser un organismo a favor de las víctimas de violaciones a sus derechos humanos.
Otro ejemplo claro de lo señalado es que de acuerdo al informe del Centro Prodh se emitieron “cuarenta pronunciamientos para desacreditar a medios, periodistas, órganos internacionales y defensores de derechos humanos” con el fin de “proteger al gobierno, no a las víctimas”
Sin dejar de mencionar que durante la gestión de Piedra Ibarra, renunciaron todos los integrantes del Consejo Consultivo previsto en la Constitución y que también debe ser renovado en la elección de este año.
Aunque el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, ha declarado que Piedra Ibarra está en su derecho de buscar su reelección y que seguramente tendrá el apoyo de los senadores de su partido, la oposición ha manifestado su rechazo a votar en favor de la reelección de la actual presidenta, por lo que siendo el nombramiento una facultad exclusiva del Senado, la decisión final debe ser respaldada por los senadores del bloque oficialista que cuenta con la mayoría calificada.
La verdad es que no podemos esperar nada de este proceso de elección del nuevo presidenta o presidente de la CNDH, que durante el gobierno de AMLO se convirtió en una oficina más del gabinete ampliado y nunca se diferenció de quienes presidieron el organismo en el período neoliberal al que tanto criticaron.
En la agenda de la 4T, el tema de la promoción, defensa, protección y de garantizar los derechos humanos en el país, no está contemplado como una prioridad, por el contrario, el contar con un organismo autónomo, fortalecido e independiente, puede resultar incómodo y contrario a sus planes para la construcción del segundo piso de la transformación de la vida pública que impulsa la presidenta el bloque oficialista de partidos.
Afirmo lo anterior, por el hecho de que durante los seis años de gobierno de AMLO, nunca promovió alguna iniciativa por transformar a la CNDH, sólo buscó recortar su presupuesto y contar con una presidenta que fielmente le cuidó las espaldas y no tuvo empacho en salir a declarar a favor de las acciones de su gobierno y de las fuerzas armadas, olvidando a las víctimas.
En este contexto, no sería extraño que Piedra Ibarra repita otro período al frente de la CNDH, dados los resultados que han favorecido a la 4T; ni pensar en una elección abierta con el voto ciudadano como lo aprobaron para los ministros, magistrados y jueces del Poder Judicial, dado que de ninguna forma les conviene que se les cuele un candidato o candidata, no afín a su movimiento que les pueda resultar incómodo o corregirles la plana con sus recomendaciones.
En conclusión y dada la continuidad de las posturas de AMLO ahora con la nueva presidenta, esperamos en la CNDH más de lo mismo, con Piedra Ibarra o con otro personaje que garantice lealtad, antes que capacidad y compromiso con la defensa de los derechos humanos de los mexicanos.