Román Sánchez Zamora

La vida, no es una receta de cocina probada y comprobada, es un sueño que aún no sucede

– ¿Y por qué no rehiciste tu vida?, le dijo Raúl a Hugo.

– ¿Y quién te dijo que mi vida no estaba hecha, rehacer qué?

– Los tesoros de vida como tus hijos, no son como la medicina del corazón, que se te acaba la caja y vas a la farmacia y compras otra.

– Las pequeñas miserias en la que nos convertimos en hacer todo lo grande de nuestra vida, un pequeño problema nos hacemos más pequeños y nos hacen hasta inexistentes, porque no valoramos lo que la vida nos ofrece.

– Apenas algo me pasa y todos vienen para ver si pierdo la cordura o pierdo mi posición o si me vuelvo loco y esperan verme en la calle, sin razón y sin cordura alguna comiendo de los recuerdos.-Y a todos nos ocurre en sus justas dimensiones y aspiraciones alejándonos de la gente que no nos agrada a pesar de que sean muy bellas o con mucho dinero y escogemos las más adecuadas de acuerdo a nuestros sueños, los cuales muchos nos llegan desde la Colonia; lo diferente y bello era derivado de los más fuertes y dominantes.

– El mundo no nos excluye, somos nosotros quienes pensamos que no podemos; qué haremos cuando lo logremos, el único temor que tenemos es al éxito, estamos tan acostumbrados al fracaso que es lo único que esperamos.

– Mi vida era perfecta y por catorce años así fue, esperaba la siguiente etapa, donde me convertiría en abuelo, pero esta nunca llegó. ¿Y alguien es el culpable? ¿Quizá el destino? ¿Justicia divina? ¿Y quién me lo asegura?

– Algunos nacimos para vivir al filo de la navaja y allí aprendemos a vivir y convivir y buscamos éxitos en donde solo hay terrenos arenosos, donde las condiciones son adversas y aquí seguimos.

– Nunca dejaste de volar.