Cholos, bélicos, emos, punks, mirreyes. El paso de tiempo y los entornos les han dado muchos nombres; las condiciones de desigualdad, violencia, precarización y estigma les han dado otros. En todos estos grupos existe un común denominador: son las y los jóvenes quienes desarrollan y abrazan estas identidades.
Sin embargo, el Dr. José Manuel Valenzuela Arce afirma que la juventud se ha ido desdibujando; en la antigua Grecia los jóvenes eran aprendices; en la Edad Media eran quienes ingresaban al ejército y combatían como novatos en las guerras; después, la Revolución Industrial modificó la edad de quienes se incorporaban a la fuerza laboral. Estas tendencias cambiantes atravesadas por la crudeza de sus contextos fueron expuestas por el sociólogo mexicano durante una conferencia de la IBERO Puebla.
El investigador y escritor profundizó en este tema “apremiante”, como lo describió el Mtro. Alfredo Castillo Romero, director general del Medio Universitario de la Universidad, durante este foro que puso al descubierto cómo los grupos etarios más jóvenes son profundamente afectados. “Generar reflexión en torno a lo que están viviendo nuestros jóvenes es importante para poder generar herramientas, reflexiones y estrategias para conocerlos mejor”, afirmó.
Un concepto clave para entender a las juventudes latinoamericanas es el acuñado por el Dr. Valenzuela Arce: el juvenicidio; este concepto, que habla de cómo las juventudes mueren y se sumergen en ambientes precarizados, violentos, desiguales y discriminatorios solo por su edad, es vital para las instancias que trabajen con estos grupos etarios.
Como lo dijo la Dra. Guadalupe Chávez Ortiz, directora del Centro Intercultural de Reflexión y Acción Social (CIRAS): “No estamos exentos de que nuestros jóvenes también vivan situaciones de violencia”. Ante ello, es importante reconocer cómo la sociedad se ha encargado de relegar a las juventudes, incluso quitándoles el derecho de serlo, pues el Dr. Valenzuela reconoce que, en la actualidad, solo las clases sociales más favorecidas aún tienen jóvenes entre sus filas; los demás, son delincuentes y protagonistas de la nota roja.
“Los jóvenes de las clases medias están irrumpiendo de manera importante a partir de lo que serían los núcleos universitarios, empieza esta masificación de los sistemas educativos y los pobres no aparecen en la categoría de juventud”, explicó el catedrático, quien sostuvo que esta fue la raíz para afirmar que “en términos diacrónicos, no se sostiene la idea del joven o la joven a través del tiempo”.
La ONU reconoce que hay hasta 25 años de diferencia en la esperanza de vida de un contexto precario a uno privilegiado. En México podemos encontrar de 9 hasta 15 años de diferencia en la esperanza de vida al nacer en estos contextos.
Es entonces cuando el tiempo debe ser un objeto de estudio por su impacto en la corporalidad, es decir, cómo el tiempo impacta de manera diferente en las personas. Según el especialista, mientras un cholo de 17 años ya “dio el rucazo”, una mujer en la urbe con el síndrome Madonna ¬—concepto acuñado por ¬el Dr. Valenzuela— siente juventud en su mediana edad.
Por ello, la teoría del Dr. José Manuel Valenzuela resulta sumamente importante en la actualidad, pues va a ser la precarización la que va a definir la calidad de vida de quienes no son niños, pero tampoco adultos. Las cifras hablan por sí mismas: más de 260,000 jóvenes asesinados en sexenios pasados, los 43 de Ayotzinapa, los cinco jóvenes de Lagos de Moreno, y los adolescentes que todos los días se unen al crimen organizado. Esto, solo por hablar de México.
Aún con ello, el catedrático remarcó: “Nosotros no somos cuentamuertos, ni cuentamuertas. Nuestra función es entender las razones y las causas por las cuales puede ocurrir condiciones de precarización que posibilitan que se mate a las personas de manera impune”.