En el olvido, los idos se olvidan, los muertos se entierran y se dejan para siempre en el tiempo
Cuando él se marchó, ella sentía que no podía más.
¿Qué haría?
¿Cómo se enfrentaría al mundo?
¿Por qué la vida le había arrebatado al hombre que tanto quiso?
Entre cada sollozo sentía que no podía respirar si él no estaba allí.
Entró en depresión…
-¿Pues qué tiene ese muchacho que te pone así? – le decía su mamá una y otra vez, frente a ella y a solas la señora se preguntaba.
-No tuviste hijos, puedes rehacer tu vida.
Ella sólo miraba hacia la puerta esperaba que de un momento a otro él entrara y le dijera que había regresado, que había vuelto de un sueño y ella se habría despertado.
-Siento que la vida se me va.
-Tienes un buen trabajo, tienes una casa, eres un gran ejemplo en la familia, por favor no decaigas.
Le dijo la mamá a ella por teléfono antes de salir de viaje: “Los viajes siempre ayudan a ver las realidades de otra manera”.
Y regreso, más altiva, analítica, nuevos proyectos, nuevas formas de ver la vida.
-Disciplina, proyecto y trabajo, es lo que necesito para seguir.
Una tarde, después de una reunión de amigos, llegó ella a su casa, y allí estaba él… con la mirada baja, impecable, como siempre, le invito a pasar.
-No pensé en regresar tan pronto, me di cuenta de muchas cosas.
Ella le observó, le escuchó, le invitó un café.
-Suele pasar, y han pasado un par de años y algunos meses, la vida cambia y los seres humanos también, en algunos momentos hasta nos atrevemos a reinventarnos y con ese ser buscamos volver a vivir.
Se abrazaron, y no hubo suplica que le hiciera cambiar de opinión.
-Gracias, me reinvente, deberías hacer lo mismo.
Ella cambió de amigos, ambientes, sólo conservó lo necesario para volver.