Morena es un partido en construcción y actualmente su principal conflicto es de identidad
Morena es el partido más exitoso de la historia de México con un régimen electoral democrático. En menos de diez años ha logrado consolidar una mayoría inusitada para un sistema multipartidista de elección directa, el dilema de Duverger, mejor conocido como la Ley de Duverger no había tambaleado a nuestra democracia.
Esta Ley prevé que en un sistema de mayoría relativa tiene una tendencia que favorece el bipartidismo, pues los partidos existentes tienden a formar grandes coaliciones para lograr la mayoría de votos que gane al resto. Sin embargo, en México este supuesto no se había actualizado. Antes de 2018 la democracia electoral se basaba en el gobierno dividido y en la alternancia de tres partidos predominantes.
En 2021 se configuró algo que podríamos estigmatizar como “bipartidismo imperfecto” que simplemente siguió la máxima de Duverger sobre los sistemas de mayoría relativa. Con ello dos grandes coaliciones integradas por partidos políticos, la de la Cuarta Transformación y la del viejo régimen. Esta última a punto de quebrarse pues los intereses de sus burocracias no logran repartirse los pocos espacios que lograron.
El contexto supracitado coloca a Morena en su mejor momento, pero también frente a su peor adversidad. Para empezar por que esta confianza y respaldo mayoritario ha hecho bastante atractivo para políticos del viejo régimen dejar atrás su pasado de corrupción y unirse a un nuevo pacto humanista, démosles el voto de confianza, pero la sospecha sigue ahí.
El transfuguismo electoral ha desplazado a cientos de militantes y activistas sociales que en el pasado reciente combatieron (o combatimos) a quienes hoy debemos asumir como compañeros, por ello, es que en muchos sentidos hay una crisis de identidad, crisis que no puede generalizarse pues a nivel federal y estatal estamos en buenas manos con la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo y el gobernador Alejandro Armenta Mier.
Debemos definir y defender una agenda mínima de derechos sociales y políticos que todo aquel interesado en competir por nuestras siglas asuma sin luego hacerse el sorprendido y defraudar a quienes en una jornada electoral pedimos su confianza.
Hoy Morena cuenta con un gran bono democrático que puede cuidar, y que no debe permitirse sacrificar en vano. Un gobierno mayoritario de estas dimensiones no puede sino proponerse consolidar un auténtico cambio de régimen con reformas radicales que coloquen en el centro a las y los más pobres del país.
La agenda pendiente sigue siendo separar al poder político del poder económico, gobernar con austeridad republicana, garantizar la paridad de género, y sobre todo, mejorar y construir nuevas prácticas de gobierno.
En el caso de nuestra entidad debemos pensar en un programa de avanzada municipal, pues en gran medida la Cuarta Transformación en el primer círculo de la representación es aún una deuda.
Además no podemos dar la espalda a los movimientos sociales que hoy reclaman verdad, justicia y dignidad. Los grandes movimientos que claman por nuestra solidaridad son los socioambientales. Morena no puede ser omisa ante la contaminación y depredación ambiental. Una agenda que el partido debe fortalecer sin obstruir a nuestro gobernador, pero sí, con la determinación para ser un verdadero instrumento de participación y democratización ciudadana.
@ACarvajal06