Vaya relajo el que se le está armando al presidente Andrés Manuel López Obrador en el final del sexenio, ya que aunque logró su cometido primordial de heredarle la silla presidencial a una fundadora de Morena, las manifestaciones exhiben su poco criterio para resolver conflictos, algo que lo caracterizó por seis años.

Primero, ejidatarios que exigían el pago de indemnizaciones por la expropiación de sus tierras cerraron distintos accesos hacia la Ciudad de México, incluyendo la Autopista México-Puebla y el Arco Norte, donde los protestantes eran del municipio poblano Santa Rita Tlahuapan.

Antes de conocer el “fondo de la olla”, AMLO les dijo “quédense el tiempo que quieran”, argumentando que ya se les había pagado. Con lo que no contaba era que ese dinero que dio el Gobierno Federal se lo agandalló un ejidatario, algo que tuvo que descubrir el Gobierno de Puebla, arrestando al ratero y teniendo que preparar una nueva indemnización.

Si el presidente hubiera actuado sin soberbia, y hubiera mandado a reunirse con los ejidatarios desde el primer día del bloqueo, se hubieran evitado los cuatro días de manifestaciones en los que según algunos estudios se provocaron pérdidas económicas de hasta un millón de pesos por hora, pero no, AMLO nunca ha sido un presidente razonable y siempre hace “lo que su dedito diga”.

Pasó ese problema y se reactivaron las protestas en defensa del Poder Judicial para evitar una reforma que aunque no está del todo descabellada nació de las resoluciones que le echaron abajo el Plan B de la Reforma Electoral, algo que no hubiera pasado si desde el principio de su gobierno el mandatario lo hubiera propuesto y no esperar hasta que le tumbaran sus planes.

Aunque parecía que los Diálogos Nacionales iban a calmar los ánimos, resulta que AMLO palomeó que anduviera en las conferencias Lenia Batres, la ministra que ha causado polémica por el origen de su tesis y por citar artículos que no existen, algo que ha provocado confrontaciones entre ambas partes, como la de Puebla en la que se fueron a los golpes y tuvieron que cancelarla.

Es de recordar que cada que es criticado por alguna decisión que en la lógica todos sabemos que es errónea, AMLO en lugar de buscar el diálogo se “monta en su macho” tachando de conservadores a todos los que no estén de acuerdo con él.

De verdad urge que el tiempo pase rápido para que López Obrador le entregue ya la banda presidencial a Claudia Sheinbaum, ya que en lo que hemos podido observar y analizar, ella trae mejores ideales y propone una manera de trabajar verdaderamente plural.

Pero mientras vemos que otro escándalo se le viene encima a AMLO antes de culminar su gobierno o si ya evitará conflictos para entregar un país más o menos tranquilo nosotros nos leemos la próxima en El Acuario.