El relevo encabezado por María Luisa Alcalde Luján promete una reestructuración del partido
La llegada de María Luisa María Alcalde Luján a la dirigencia nacional de Morena ha despertado un gran ánimo entre la militancia de base, así como en las y los simpatizantes del obradorismo que han quedado descontentos por la manera en la que Morena ha procesado la asignación de candidaturas en los dos últimos procesos electorales; ganamos, pero a qué costo.
Morena es el partido más joven y exitoso de la historia en la vida democrática en México, y su posicionamiento lo ha llevado a consolidarse como la organización partidista más grande de América Latina. Sin embargo, este crecimiento exponencial no ha permitido construir desde abajo una potente estructura con capacidad de suplir a perfiles del viejo régimen, y en su lugar, una dinámica gatopardista se ha instaurado en nuestro partido. Lobos vestidos de ovejas.
Mirando en el espejo de la primera y segunda ola progresista latinoamericana podemos vislumbrar que Morena actualmente está en la misma ruta que llevó al naufragio a la Alianza PAÍS en Ecuador, al Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil o al partido Podemos en España, por mencionar algunos casos de éxito y luego de fracaso por la falta de arraigo territorial y fuerza organizativa desde las bases.
Es difícil hacer futurología, como diría Norberto Bobbio en su obra El futuro de la Democracia, sin embargo, sí podemos acudir a la historia para construir escenarios y en ese sentido, podríamos concluir que Morena está en un punto de inflexión: o se renueva para cambiar desde su burocracia y hacía la sociedad, o su burocracia secuestra al partido y el movimiento se aleja del partido, escenario que dividiría y convertiría los triunfos ya logrados en componendas políticas.
Con la eventual llegada de Alcalde se configura un escenario perfecto para corregir los errores organizativos, las inconsistencias ideológicas en la postulación de algunas candidaturas, y sobre todo, es una oportunidad para que de manera integral Morena sea un potente aparato de capacitación y formación que permita que la Cuarta Transformación tenga relevo generacional.
Morena no puede correrse al centro, perder su brújula ideológica, o dejar de formar cuadros para prepararnos para el relevo generacional. La historia de América Latina nos alerta del camino que debemos seguir, y ese es el de confiar en una agenda social progresista, de derechos humanos y de consolidación democrática. Morena es una fuerza viva que se encuentra fortalecida electoralmente, ahora es necesario fortalecerla en su aspecto dogmático, moral y social para que seamos más que un partido electorero.
@ACarvajal06