Las enfermedades cardiovasculares son responsables de aproximadamente el 31% del total de las muertes a nivel global.
La hipertensión arterial afecta a uno de cada tres adultos en todo el mundo: OMS
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) se han convertido en una de las principales causas de morbilidad y mortalidad a nivel global. Tan solo en México, representan el 20 por ciento de los fallecimientos, según datos de la Secretaría de Salud. Estas enfermedades, que incluyen afecciones como la hipertensión, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares, afectan a millones de personas y no discriminan por edad.
Sin embargo, la prevalencia y el impacto de las enfermedades cardiovasculares varían considerablemente a lo largo de las diferentes etapas de la vida. Este fenómeno merece una atención especial y un enfoque preventivo que se adapte a cada grupo de edades.
Infancia y adolescencia
Tradicionalmente, se ha considerado que las ECV son enfermedades de adultos; recientemente los factores de riesgo han comenzado a acumularse en edades tempranas. El aumento de la obesidad infantil, el sedentarismo y la mala alimentación están contribuyendo a la aparición precoz de hipertensión y otros factores de riesgo cardiovascular en niños y adolescentes quienes presentan arritmias y aterosclerosis.
Adultos jóvenes (20-40 años)
En esta etapa, muchas personas experimentan cambios significativos en su estilo de vida, como un nuevo trabajo, o el inicio de una familia. Estos cambios pueden llevar a un aumento del estrés, una disminución de la actividad física y una alimentación menos saludable, incrementando así el riesgo de desarrollar una ECV. Además, el consumo de tabaco y alcohol puede contribuir al deterioro de la salud cardiovascular.
Estos factores de riesgo pueden desencadenar problemas de hipertensión, hiperglucemia, hiperlipidemia, sobrepeso y obesidad, aumentado un mayor riesgo de infarto de miocardio y aumentando la probabilidad de infarto, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardiaca o hipertensión arterial, la cual padecen alrededor de 30 millones de mexicanos.
“Los jóvenes siguen pensando que las enfermedades al corazón como un paro cardiaco o infarto son exclusivas de adultos mayores, sin embargo, este tipo de enfermedades cardiovasculares cada vez afectan más a los jóvenes. Se ha encontrado que personas de 40 años o menos tienen las mismas probabilidades de un ataque al corazón que un adulto mayor. La edad adulta joven es una oportunidad fenomenal para prevenir las enfermedades cardiovasculares, que van de la mano de la salud en general”, mencionó la Doctora Elsa Arrieta Maturino, cardióloga intervencionista y miembro titular de la Sociedad Mexicana de Cardiología.
Adultos (40-60 años)
Durante esta edad, la prevalencia de las ECV aumenta significativamente. En este grupo de personas, los factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes y el colesterol alto suelen estar más presentes. Además, el riesgo se ve agravado por el envejecimiento natural del sistema cardiovascular, por lo que se vuelve fundamental que estas personas, se sometan a chequeos médicos regulares y adopten un estilo de vida saludable.
Adultos mayores (60 años en adelante)
Durante esta edad, las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de mortalidad y discapacidad. La fragilidad y las comorbilidades hacen que el manejo de las ECV sea aún más complejo, sin embargo, la prevención sigue siendo clave.
Para los adultos mayores, la actividad física adaptada, una dieta adecuada y la adherencia a los tratamientos médicos pueden reducir significativamente el riesgo de complicaciones cardiovasculares. “La mayoría de los infartos de miocardio y de los accidentes cerebrovasculares que se producen en la actualidad pueden prevenirse. La detección oportuna y el manejo adecuado de los factores de riesgo pueden prevenir eventos cardiovasculares graves y mejorar la calidad de vida de las personas”, mencionó la Doctora Arrieta Maturino.
Para aumentar la posibilidad de una mejor calidad de vida, es crucial promover hábitos saludables desde la infancia hasta la vejez, fomentar la actividad física y asegurar una alimentación balanceada para prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Aunque cada etapa presenta sus propios desafíos y oportunidades, es importante acudir a una valoración médica especializada, con el fin de identificar este tipo de complicaciones con antelación, brindar un tratamiento específico, guiados por un experto en salud, para aumentar la expectativa de vida en un entorno saludable y óptimo para cada persona, logrando así, evitar complicaciones a largo plazo.