Los demócratas apostaron por la vieja clase política de Wall Street y eso allana el camino de Trump

Estados Unidos tiene una larga trayectoria de debates presidenciales. De hecho, desde el siglo XIX, estos se realizaban en teatros o foros abiertos. La opinión pública siempre ha sido relevante para un país en el que se vota desde la tala de un árbol ante un comité vecinal, hasta por los jueces del poder judicial o los fiscales.

A inicios del siglo XX los debates eran escuchados atentamente a través de la radio. Los entrenadores de los candidatos (siempre hombres) priorizaron el tono de voz, la dicción en la expresión, así como los planteamientos argumentativos e incluso los comentarios sarcásticos o irónicos; claves para ganar un debate tradicional.

Sin embargo, es hasta 1960 que se televisó (en blanco y negro) el debate entre Kennedy y Nixon, hito que cambiaría la historia político-electoral en Estados Unidos, pues por primera vez, además de lo previamente dicho, los electores valoraron la seguridad en el escenario, la vestimenta, ademanes, etcétera. En aquel icónico debate Nixon usó un traje que lo hacía desvanecerse ante la cámara, y se negó a usar maquillaje, por lo que el sudor, lo hizo parecer desesperado ante un Kennedy jovial y desenvuelto.

Nuestro vecino del norte ha normalizado el debate de sus actores políticos, por ello, el desempeño de las candidaturas es fundamental para los estadounidenses.

El debate presidencial de Estados Unidos que transcurrió la semana pasada se caracterizó por el pésimo desempeño del candidato demócrata, Joe Biden, así como por la estridente, mentirosa y tendenciosa participación del republicano, Donald Trump.

Biden, de ochenta años, demostró que la edad le dificulta articular ideas, expresarlas con seguridad. Además, su postulación evidencia la escasa formación de cuadros competitivos del ala demócrata, aunque hay honrosas excepciones como Kamala Harris, mujer afrodescendiente, sudasiática, con carrera judicial y legislativa, que sin duda hubiera tenido un mejor desenvolvimiento en la carrera rumbo a Washington.

El Partido Demócrata apostó por la vieja clase política de Wall Street, aún cuando en 2016 Hillary Clinton fue derrotada por un Donald Trump disruptivo, racista y de corte ultraconservador. No entendieron que la sociedad norteamericana esperaba un candidato fuera de lo común, incluso de lo convencional para Estados Unidos.

Luego de este escenario, solo podemos esperar un resultado semejante al que sucedió hace poco en México, ya que Biden está prácticamente desconectado de la realidad estadounidense, y Donald Trump queda con el camino libre para una victoria abrumadora.

México debe estar preparado para esa realidad.

@ACarvajal06